Así es: cuando no coinciden con sus postulados y con el interés comercial, es mejor silenciar. Lo mismo pasó recientemente con la visita de varios filósofos europeos, africanos y asiáticos. Todos de alto nivel y de enorme prestigio intelectual. Es más: de un tiempo a esta parte visitan el Ecuador académicos “antisistema” o “antihegemónicos”. Y en la prensa privada y empresarial eso no cuenta. En cambio, cuando hay dos o tres figuras de la más rancia farándula es de atención “masiva” y “exquisita” de la prensa rosa, de los presentadores y entrevistadores “inteligentes”.

Ahora, en la misma semana llegaron dos personalidades con las que se puede o no estar de acuerdo, pero que por su  conocimiento, sabiduría y por su obra son seguidos por miles de lectores. Ignacio Ramonet dio una conferencia muy sólida y sustanciosa, que no puede pasar desapercibida por los académicos y estudiantes de comunicación. Y, como señala con claridad los defectos de la prensa comercial, a lo único que llega cierto diario es a hacer una crónica insidiosa y maledicente de cada uno de los temas.

Ernesto Laclau es uno de los filósofos contemporáneos de mayor talla mundial. Basta ver toda su obra y la proliferación de citas de otros autores sobre su pensamiento. Pues él, para la gran prensa privada no existió, no pasó por el Ecuador y mucho menos obtuvo un tratamiento mediático, a diferencia de cuando llega a países cercanos, como Colombia, Chile o al suyo propio, Argentina.

Las razones para este “silenciamiento” del latifundio mediático son obvias: ellos  hablan de lo que acá proponemos: una comunicación diversa y plural exige regulación, una ley, pero sobre todo de medios de prensa responsables, abiertos al pensamiento y al interés ciudadano. Eso a la prensa comercial le causa roncha y por eso es mejor que no se publique nada.