No cabe duda de que la patria hermana atraviesa problemas complejos en su economía. Y no son precisamente solo por la gestión del actual mandatario. Hay algunos indicios que apuntan a una estrategia bien montada para desestabilizar al Gobierno y con ello favorecer intentos golpistas, intereses económicos de ciertas élites y generar caos social.
La violencia de las manifestaciones, supuestamente convocadas por sectores estudiantiles, evidencia hasta dónde puede llegar ese afán de deslegitimar un proceso político popular. Que a nadie se le ocurra convocar a otros países a intervenir en la solución de un problema propio de Venezuela, como ya se escucha en ciertos medios. Los problemas económicos solo se resolverán con medidas sabias y oportunas de los venezolanos.