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Llamaron a incendiar Quito, expresión de enorme violencia. Amenazan con dar los resultados desde sus aparatos privados de control y que si no le gusta al CNE “importa un carajo”, y a eso llaman prudencia. Usan a la prensa comercial para tapar graves denuncias de delitos, y piden transparencia al resto del mundo.
Y para colmo: inundan el estadio Olímpico Atahualpa de regalos (botellas de agua, banderines, afiches y caramelos) y hacen de los graderíos tarima para un patético proselitismo electoral, y ahora son las víctimas de actos vandálicos. Nadie aprueba la violencia en ninguna forma ni método. Pero, asimismo, a nadie le gusta que mal usen un estadio en su afán de ganar una elección. Y además, ahora, en un acto de absoluta xenofobia, señalan a unos ‘extranjeros’ como los culpables de los insultos contra el candidato de la derecha, durante y después del partido de las selecciones de Colombia y Ecuador.
La violencia no es ni será la manera de responder a las diferencias políticas. No está bien. Cerremos este proceso electoral con sabiduría, madurez, reconocimiento. El pueblo decidirá en las urnas pronto. (O)