Si había una deuda en Ecuador era no contar con un centro universitario para desarrollar, estimular y potenciar la cultura.
Ahora, con la creación de la Universidad de las Artes, en Guayaquil, se mira en perspectiva un espacio académico que requerirá los mejores concursos y aportes, pero sobre todo la participación de los actores culturales para dar sentido a una idea movilizadora: una revolución cultural es la única que garantiza una revolución integral.
Si una sociedad no revoluciona sus cimientos culturales, si no avala un desarrollo en esa dimensión, los cambios logrados pueden venirse abajo con otro gobierno u otra correlación de fuerzas. A largo plazo, esta universidad tiene un deber histórico: transformar la conciencia de la ciudadanía.