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El planeta posa hoy su mirada en Francia. En las elecciones no solo se juega el futuro de la potencia, sino la existencia misma de la Unión Europea. Este bloque ha sido considerado como uno de los mayores éxitos de la civilización en la época de la posguerra.
Hasta hace menos de 10 años, Occidente soñaba con un Estados Unidos de Europa, la garantía de que, al menos en este continente, la humanidad nunca más iba ser testigo de una conflagración mundial.
Pero llegó la crisis del euro. La recesión económica ha alimentado, peligrosamente, los nacionalismos. La globalización ha generado desempleo en estos países. Por el miedo al extranjero, Inglaterra se fue de la Unión, y ahora, en Francia, Marine Le Pen, una candidata seguidora del Brexit está a las puertas del Elíseo. Su discurso parece calcado del que llevó a la Casa Blanca a Donald Trump. Curiosamente, su rival, Emmanuel Macron, ha recibido el apoyo de Barack Obama. Lo que tendremos será una reedición del choque de corrientes que vivió Estados Unidos en noviembre del año pasado.
Si Le Pen gana, habrá referéndum para que Francia salga de la Unión Europea, lo que sería el fin del bloque. La inestabilidad ha desembarcado en el primer mundo. (O)