Si por algo más que por lo que hizo en Venezuela puede ser recordado y homenajeado Hugo Chávez Frías es por el impacto político en el continente de su pensamiento y acción. No hubo día, discurso o tarea que no estuvieran marcados por ese interés, asentado, sin ninguna duda, en el ideal bolivariano de la integración. Y eso, en la práctica, dio como resultado un conjunto de políticas e instituciones que ahora garantizan otro tipo de integración.
Si Simón Bolívar murió con la tristeza de dejar un continente dividido y sometido a otros intereses, como lo prueban sus cartas antes de morir, Chávez puede probar todo lo contrario: ha dejado un proceso rico, intenso, dinámico y provechoso de integración y de unidad en el continente.
Por eso es importante evaluar a los hombres más allá de los prejuicios y de los postulados alimentados desde imperios y poderes que cierta prensa acostumbra a repetir acríticamente.
Lo hecho por Chávez ha sembrado un camino plagado de bienestar para la integración. La unidad de la que se habla ahora con argumentos y con hechos no pasa solo por tener gobiernos “amigos” o de izquierda. Cómo será de potente el argumento que hasta gobiernos de derecha ven y advierten de los beneficios de esa unidad.
No olvidemos que Hugo Chávez fue el “terminator” del ALCA cuando en Mar del Plata, en el año 2005 pronunció su célebre frase: “ALCA... al carajo!” y con ello derrumbó una supuesta corriente continental a favor de una tesis (¿un negocio?) de los Estados Unidos, que era someter a nuestras naciones a las normas y condiciones del mercado y el comercio de ese país.
Con la desaparición física de Hugo Chávez bien vale la pena imaginar y recordar que el proceso que él encabezó tiene tantos beneficios para el ideal bolivariano que ahora solo podemos agradecerle de todo corazón.