La NSA no ha podido explicar la razón de fondo del espionaje realizado en todo el mundo. Incluso amenaza con no tener ninguna piedad contra Edward Snowden.
Y, al mismo tiempo, el Gobierno estadounidense ni se disculpa ni explica, solo se atribuye excesos, cuando sabe perfectamente que violar la intimidad de mandatarios y la soberanía de naciones es delito grave en su propia legislación.
Parecería que la denuncia es cosa menor para Washington. ¿Y si hubiese un solo país que haga lo mismo contra EE.UU. no sería motivo de invasión, sanción, bloqueo o pedido de pena de muerte? Lamentablemente, seguimos sometidos al imperio de la mentira, la persecución y el militarismo de la nación que se autoproclama líder de las libertades.
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