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Un consorcio de periodistas, bien financiado y sustentado por un gobierno y unas empresas y empresarios, no solo que debe explicar a sus financistas; si usa recursos públicos y privados, debería transparentar su gestión y objetivos, y no dejar porosidades que se presten a la sospecha, la duda y la intriga.
Si el propósito de los llamados ‘Panamá Papers’ fue la lucha contra una de las formas de corrupción, no le hará daño a nadie mostrar todos los documentos para que todos tengamos claridad de lo que esa lucha se propone. Pero si solo es para estigmatizar a ciertas personas o personalidades, entonces esa lucha no es ética ni decente.
¿Por qué este consorcio de periodistas, para el caso ecuatoriano, no exhibió lo que este diario sí publicó ayer? ¿No son políticos y autoridades públicas quienes aparecen en la investigación de EL TELÉGRAFO? Así, ese ‘loable’ propósito del consorcio bien financiado queda en entredicho, no llega a convencer a la comunidad mundial y, por el contrario, solo revela lo que ya se ha dicho: las armas de presión política son ciertos medios privados del mundo. (O)