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Los taxistas de Guayaquil tienen una pésima costumbre: nunca usan taxímetro. Finalmente, la tecnología ha cambiado esto. Las aplicaciones de celular -porque hay más de una- le han dado una valiosa herramienta al pasajero, ya que ahora en su teléfono puede revisar el costo de la carrera y confirmar si ese es el precio cobrado.
En parte, el surgimiento de compañías, fuera de las cooperativas tradicionales, obedece al irrespeto crónico al taxímetro, algo que no ocurre en Cuenca o Quito. Sin embargo, la competencia tiene que ser en igualdad de condiciones.
Todos los choferes deben tener licencia profesional, pagar las mismas tasas y cumplir los mismos requisitos al momento de la revisión vehicular. Esa es la responsabilidad de la Agencia de Tránsito Municipal (ATM), que regule aplicaciones y taxistas en condiciones idénticas.
Así el usuario se beneficiará de la libre competencia, sin prohibiciones de ningún tipo, que es la salida más fácil y que -además- genera desempleo. (O)