Las declaraciones del candidato presidencial por el movimiento CREO son lamentables y revelan algo que supo ocultar todo este tiempo. Dijo que los mandatarios de Colombia y Chile han sido “cómplices” de la situación que vive, según él, Venezuela, tras la operación a Hugo Chávez y la no posesión en el tradicional y formal estilo que ordena la Constitución Bolivariana de ese país.

¿Qué revela esto? Lo que oculta en una pose aparentemente democrática: no está de acuerdo con el proceso venezolano ni con su líder y con ello, además, advierte lo que muy diplomáticamente ha dicho: que respetará los procesos de integración que favorezcan a Ecuador. ¿Las relaciones con Venezuela y todo el desarrollo integracionista implementado gracias a las iniciativas de Chávez, Lula y Rafael Correa no son válidos? ¿No ha sido ese candidato el mismo que ha dicho que quiere “más mundo en Ecuador y más Ecuador en el mundo”? ¿En ese mundo no entra Venezuela ni su presidente legítimo?

Por otra parte, un candidato presidencial no puede enemistarse con dos países fundamentales en la región, como son Chile y Colombia, por una postura ideológica que no calza en un democratismo que se revela en cada frase suelta que lanza. Las relaciones internacionales son un tema complejo para cualquier aspirante a la Presidencia y, si está preparado para ese cargo, debe saber que cualquier declaración fija políticas, conductas y hasta puede determinar la ruptura de nexos históricos, en el peor de los casos.

Todo candidato conoce, no está por demás mencionarlo, que el proselitismo tiene  límites. Y están marcados por intereses que superan los particulares y partidistas. La soberanía de Venezuela no está en entredicho. Lo que sí preocupa es que a propósito de hacer noticia se afecten relaciones con terceros. Ojalá esto no sea sino una “metedura de pata” y sea posible escuchar mejores argumentos sobre estos temas.