Después de la II Guerra Mundial, especialmente entre las grandes potencias mundiales, se produjo lo que los teóricos definieron como “Guerra Fría”, algo que podría interpretarse como un enfrentamiento básicamente ideológico-político, económico, incluso deportivo.

Para lograr el control hegemónico del mundo se llevaron a cabo diversas estrategias, una de las más audaces fue la del espionaje. Decenas de espías y agentes eran introducidos en los países con la finalidad de conocer documentos y decidir acciones. Tras la caída del Muro de Berlín, en 1989, la comunidad internacional dejó de lado la paranoia y, al mismo tiempo, comenzaron los procesos de integración en bloques de países.

Superadas las barreras ideológicas, las sociedades volvieron a verse con confianza y, por lo tanto, esos terribles servicios secretos comenzaron a tener un papel insignificante. Los espías o cazadores de enemigos políticos casi no gravitaban en la toma de decisiones. La inteligencia y la estrategia las han manejado siempre las fuerzas especiales de cada una de las ramas del aparato militar de los países.

Por eso, a algunos llamaba la atención la existencia en nuestro país de una secretaría de inteligencia que vigilaba a los supuestos enemigos políticos del Gobierno. Causaba sorpresa que de repente se difundan correos electrónicos privados para denigrar a políticos opositores; parecía que la Guerra Fría se había reinstalado dentro del territorio.

El lunes, el Presidente de la República tomó una decisión fundamental para el convivir ciudadano: decidió eliminar la Secretaría Nacional de Inteligencia (Senain), que anualmente consumía un presupuesto superior a los $ 50 millones. “Recogiendo el clamor ético de la ciudadanía, he dispuesto iniciar el proceso de eliminación de la Senain, que desde su creación permaneció ocho años y nueve meses, y destinaba 42,8 millones al año para ‘gastos especiales’”.

Añadió que su gobierno garantizará los objetivos de seguridad del país. Al mismo tiempo anunció medidas administrativas de austeridad en cada una de las instituciones del Estado. (O)