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El fin de semana murió un joven mientras practicaba bungee jumping, un salto al vacío atado con un arnés. Era un policía que disfrutaba de un rato libre. El percance ocurrió en una de las joyas turísticas del país: Baños de Agua Santa, en Tungurahua.
Ciertamente es un hecho excepcional, pero si Ecuador quiere ser una potencia turística, un accidente así jamás debe repetirse. Para cumplir esa meta, las autoridades -nacionales y locales- tienen un rol fundamental.
Tanto el Ministerio de Turismo como el Municipio deben efectuar controles exhaustivos, más aún cuando se trata de actividades de alto riesgo. Los operadores, empresarios y trabajadores también tienen responsabilidad. Ellos están obligados a revisar sus procedimientos y herramientas.
La lamentable muerte del turista golpea la confianza de los ciudadanos. Hay que recuperarla con acciones de control urgentes en todas las actividades que representen algún tipo de riesgo. (O)