Lo más duro ya pasó. Y ahora tenemos por delante una nueva etapa para afrontar otros retos, para los cuales Ecuador está mucho mejor preparado, sin ninguna duda. El tremendo impacto de la caída de los precios del petróleo y el terremoto de abril del año pasado, además de la devaluación en nuestros países vecinos no fue cualquier cosa.

Al casi finalizar el primer trimestre de este año, las circunstancias electorales impiden un mejor debate sobre este tema. La oposición coloca su discurso en el peor de los escenarios para sacar votos. Del otro lado se apela a la continuidad del proceso. Pero en la práctica hay una realidad: la economía repunta. Los signos no solo están en los ahorros de los bancos y en el ofrecimiento inusitado de crédito a través de las persistentes llamadas a los clientes todos los días. Hay un incremento de la venta de autos; ya no se hacen compras en Ipiales; el acuerdo con Europa está en plena vigencia y genera los primeros efectos.

En otras palabras: el impacto mayor pasó, la economía nacional se recupera y en este primer trimestre hay signos suficientes de que superaremos la recesión y el 2017 habrá un crecimiento moderado. Y eso no puede ser motivo de mala interpretación ni de uso proselitista perverso. Al contrario, la mejoría es un beneficio colectivo donde todos ganamos: políticos, empresarios, trabajadores, amas de casa y todos los actores productivos serán los favorecidos por el manejo responsable de un momento crítico. (O)