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Es grave y atroz tener que lamentar la muerte de cuatro personas cuando se advirtió a las autoridades correspondientes lo que podría pasar (y pasó) el miércoles pasado. La supuesta ilegalidad no justifica -por donde quiera que se vea- el no atender a las personas y a los barrios que no poseen adecuadas condiciones.
Nadie discute que hay un grado de responsabilidad también en aquellos ciudadanos que se asientan en zonas de riesgo, pero de ahí a no hacer nada por ellos en circunstancias extraordinarias, como un invierno fuerte, es otra cosa.
Los lamentos no devuelven la vida de nadie. La aplicación de las medidas que se requieran-incluso desplazar a esas familias de esas zonas- evitará a futuro consecuencias fatales. ¿Ese no es un tema del suelo del que se habla ahora con ‘pasión’?