Las visitas de los mandatarios de México y Honduras no son sorpresivas y, por el contrario, a pesar de la subestimación mediática, constituyen un poderoso mensaje político. Mucho más cuando ya no   nos  deshacemos en pedidos frente a esas visitas de alto nivel.

Los países hermanos vienen a conocer de cerca la experiencia ecuatoriana y sus principales éxitos, que no han sido copia y calco de las fórmulas y recetas tradicionales.

De ahí que es saludable y encomiable para un país que los mandatarios lleguen con toda su generosidad a conocer lo valioso que están haciendo las fuerzas intelectuales, políticas, académicas, económicas y culturales de Ecuador en estos tiempos, lo que, a su vez, destroza la aseveración perversa  de ciertos ‘analistas’ de que vivimos aislados del mundo.