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De tanto repetirlo creen que se convierte en verdad absoluta e indiscutible: “Sin prensa libre no hay democracia”, dicen, en titulares, editoriales, discursos y hasta en proclamas desde radios y pantallas de televisión. Y siempre que algo se repite hasta el cansancio parece vaciarse de contenido si no se respalda con evidencias y certezas.
Lo que todos nos preguntamos es: ¿qué entienden por libertad de prensa o prensa libre aquellos representantes de empresas periodísticas privadas? Incluso algunos periodistas de esas mismas empresas no se expresan libremente sobre lo que pasa en sus redacciones y encuestas, con carácter confidencial. Las cifras dicen otra cosa: hay censura cuando se trata de afectar a intereses y poderes económicos.
Y la otra pregunta es: ¿qué entienden por democracia? ¿Solo lo referido a las elecciones? ¿Entienden que la democracia no es solo tener un parlamento y unas instituciones sino unos derechos y unas garantías para toda la ciudadanía?
Con pena vimos ayer dos fenómenos recurrentes en la prensa privada: autorreferenciarse como los baluartes y estandartes de la democracia a través de la defensa de la libertad de prensa y señalar a uno solo de los “poderes” como el factor de restricción. Lo que no dicen es que ahora hay más fuentes de información, muchos más medios de comunicación y una sostenida ciudadanización de la comunicación y del ejercicio del periodismo.
Sobre esos tres factores no hablan porque eso implica reconocer la pérdida de credibilidad, prestigio, influencia y dinero en el negocio de la comunicación. Y eso ocurre, entre otras cosas, porque en el marco de la libertad democrática que vivimos los ecuatorianos, esos medios y periodistas han tenido también libertad para mentir y ocultar información. Por ejemplo: todo lo revelado por este Diario en los últimos días no ha sido motivo de grandes titulares en la prensa privada.