La conmemoración de difuntos no solo es de recogimiento y reflexión. Para muchos es de dolor, pero también una pedagogía de vida. Quienes se adelantaron sostienen y sustentan nuestra memoria en toda su significación. Rendir homenaje a los muertos es colocarnos en el presente para entender el futuro. Con ellos anticipamos lo que podemos dejar y lo que nos queda por hacer.
Al visitarlos y sentirlos como parte de nuestras vidas sentimos el peso del futuro. Sabemos que vamos a morir por la presencia latente de nuestros difuntos y su legado. Y por lo mismo, cuando los recordamos, formamos parte de ese devenir para el cual nos preparamos todos los días. Rendir homenaje a los muertos es un acto de absoluta responsabilidad para imaginar un futuro siempre mejor.