Ese anhelo de paz para nuestro vecino del norte estuvo presente en Ecuador durante más de medio siglo. De un modo u otro hemos sido víctimas indirectas del conflicto armado; no solo por el número de refugiados y desplazados, sino también por la serie de fenómenos políticos, sociales y culturales que aquello ha implicado. Y si la construcción de la paz en Colombia significa un desarrollo más acelerado, el reto es de enorme magnitud para Ecuador: habrá competencia en el campo del turismo interno y externo; crecimiento de la producción agrícola en la zona sur; aumento del comercio; menos desplazamiento forzado y, quizá también, el retorno de familias enteras. Siendo así, hay oportunidades de acentuar la integración y la colaboración común. Sin el peligro de acciones armadas y del propio conflicto pueden concebirse proyectos conjuntos de ejes viales, comerciales y turísticos para los cuales Ecuador debe estar a la altura y con la mayor predisposición. Pero no podemos colocarnos tampoco en un escenario idílico: todo será un proceso complicado, complejo y largo. Por eso hay que pensar de otro modo y tener la voluntad para encontrar las mejores opciones de competitividad y colaboración. Siendo así, sean bienvenidas las reflexiones, desde todos los espacios y sectores, para aportar a un nuevo momento, marcado por grandes oportunidades comunes. (O)