El acuerdo parcial sobre la segunda parte de las negociaciones entre la guerrilla de las FARC y el Gobierno de Colombia es una buena noticia.
No solo por la disposición de los insurgentes de entregar las armas, participar en la vida política legal o contar con garantías para su actividad, sino porque también abre una brecha muy profunda con aquellos sectores militaristas, guerreristas y paramilitares que abogan por una guerra sin fin, solo para saciar sus apetencias y venganzas.
Y por lo mismo, siendo parcial, también ha generado una gran esperanza en los sectores más responsables con el destino de Colombia. Claro, lo reiteramos una vez más, para Ecuador significa un avance importante para desarrollar procesos participativos conjuntos entre las dos naciones sin que medien la violencia y la guerra.