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El Presidente electo ha tenido gestos de acercamiento hacia la oposición, con el fin de superar la etapa electoral. Se reunió con banqueros, empresarios y la cúpula de la Iglesia católica. Además, pidió al Contralor General del Estado el desistimiento de una causa judicial. Pero, ¿y los miembros de la oposición? Ellos también tienen la obligación ética de brindar muestras cabales de distensión, sin necesidad de renunciar a su ideología o principios. Lo primero y más urgente es reconocer sin ambages los resultados del pasado 2 de abril.
Ayer reapareció Guillermo Lasso exactamente en la línea contraria. El excandidato pide que el nuevo gobierno acoja toda su plataforma de campaña para, según él, ganar legitimidad. Si Moreno aceptara esa pretensión más bien constituiría lo opuesto: perder legitimidad, ya que fue su propuesta la que obtuvo el respaldo de la mayoría de ecuatorianos. Lastimosamente, el líder de CREO demuestra una concepción equivocada de la democracia. (O)