Era de esperarse. Un “golpe” de este tipo estaba en los planes de la derecha paraguaya. Las noticias del último año avizoraban esta posibilidad. Es más, desde el inicio de la gestión del presidente Fernando Lugo, ante la carencia de una mayoría legislativa, se vaticinó la posibilidad de una arremetida desestabilizadora.

Y hoy se concreta: el Partido Liberal y sus ahora aliados sumaron una mayoría, aprovecharon un problema grave (la represión a una protesta) y se lanzan a retomar el poder.

El objetivo está muy claro: no dejar que el 80% del territorio agrícola sea tocado, que se mantenga en manos de unos pocos propietarios y que la economía paraguaya siga sometida a los intereses oligárquicos de siempre.

“El origen de esto (la matanza del viernes 15 de junio) es el conflicto de tierras”, señaló la historiadora Milda Rivarola. “La transición democrática en Paraguay coincidió con una nueva concentración de tierras en manos de pocos y el país sigue siendo controlado por partidos de derecha con fuerte apoyo de terratenientes”, apuntó.

Es cierto que, ante la ausencia de una mayoría legislativa, se le ha hecho muy difícil a Lugo concretar un plan de gobierno popular, que modifique la matriz económica de ese país y, por lo mismo, ha estado sometido a una presión política constante. Y ahora, que está cerca el fin de su mandato, las fuerzas oligárquicas vuelven sobre lo mismo de siempre: desestabilizar a partir de un conflicto de tierras donde los protestantes mataron a seis policías y la reacción de ellos fue disparar contra los campesinos.

Lo más destacable de lo ocurrido estos días es que cualquier acción desestabilizadora ya no queda impune. Ahora los países de la región se movilizan para garantizar la democracia y el desarrollo de los pueblos de América Latina sin tutelaje alguno.