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Lo ocurrido en la provincia de Morona Santiago es lamentable y condenable. De las imágenes y testimonios se desprende que el negocio ilegal de la minería, cuyo afán es enriquecer a solo un grupo de personas, no medirá nada. Los militares heridos son la prueba, incluso, de la agresividad de esos delincuentes.
Si los miembros de las Fuerzas Armadas hubiesen ido con el afán de reprimir a bala, como dicen algunos despistados y malintencionados, no estaríamos hablando de nueve heridos de un solo lado.
Por ahora hay que esclarecer quiénes fueron los agresores, aplicar todo el rigor de la ley y generar las condiciones para eliminar definitivamente este tipo de minería. ¿Qué dirán de esto los neoecologistas que solo se elevan a esa condición cuando de oponerse a las políticas públicas se trata?