Publicidad
Un video evidentemente manipulado, una acusación sin más respaldo que una nota de un portal de dudosa procedencia y distorsionar las cifras económicas son las últimas evidencias del modo que se pretende hacer campaña electoral. La mentira tiene patas cortas. Todo al final se revela. Pero no es suficiente: la estrategia es posicionar en la mente de los ciudadanos esas mentiras, injurias y rumores para crear desconcierto.
Lo más grave: no paran e impunemente siguen en esa misma lógica. Peor aún: lo hacen quienes aspiran a la Presidencia y a una curul en la Asamblea. Solo imaginemos que todo eso fuese cierto. ¿Por qué no actúan dentro de la ley y hacen lo que corresponde? Porque no es verdad. Usan todo eso porque hay una complicidad mediática.
No se confirma, contrasta y mucho menos verifica nada. Todo lo que se divulga se hace porque es parte de una estrategia política electoral. Hay muchos ejemplos en otros países de cómo se actúa en casos de este tipo con personas con responsabilidades públicas (porque un candidato presidencial también las tiene) y las consecuencias que eso acarrea. (O)