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Los partidarios del más ortodoxo sistema liberal de prensa sopesan mucho lo que ocurre con sus empresas antes que con sus audiencias. Por eso no consideran si el servicio informativo de los medios tradicionales se sustenta en información oportuna, veraz y verificada.
Están muy preocupados respecto a si sus posturas políticas son cuestionadas o rebatidas por los poderes públicos. Para nada cuenta si en sus páginas o emisiones informativas se expresan todos los sentidos y manifestaciones del conjunto de la sociedad.
Por eso, además, se ausentan de los verdaderos debates sociales y se someten a los intereses comerciales y políticos. Si la libertad de prensa tiene que ser una bandera, que sea levantada por las sociedades y no solo por las empresas de comunicación.