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La votación no es suficiente, pero sí tiene un peso significativo. Más de 108 votos (porque en dos secciones hubo hasta 110) prueban que la legitimidad de un anhelo histórico se convierte en ley para iniciar una etapa histórica a favor de la comunicación y al servicio de las audiencias. Lo ocurrido ayer cierra un capítulo nefasto de perturbación y desinformación.
Y a la vez, con la aprobación del proyecto de Ley de Comunicación, se convierte en un punto de partida para desarrollar procesos a favor de la calidad de la información, del mejoramiento de los medios, de la mayor capacitación y profesionalismo de los periodistas y de un impulso enorme a la producción audiovisual del país. A lo mejor no es la ley perfecta, pero es la que ha resultado de un amplio consenso social y popular.