El proyecto de un puerto en Posorja tiene una larga historia y no se concretaba porque existían demasiados intereses, muy localistas, detrás de él. Parece, por todo lo ocurrido, que hubo grupos empresariales con apoyo político concreto muy interesados en ser ellos, y solo ellos, sus ejecutores bajo la modalidad con la que han hecho en Guayaquil “obra pública”.

De ahí se entiende la reacción, cuasivirulenta, de actores políticos que se muestran en su verdadera condición: cuando la inversión foránea no es para sus empresas o socios, no tiene sentido ni importa si para ello se dejan archivados proyectos de alto interés nacional. Posorja no será la misma tras el inicio de la construcción del puerto de aguas profundas que por largo tiempo ha esperado Ecuador.

El desarrollo de la zona y su incidencia en la economía nacional advierten un cambio radical. Y por lo mismo, el proyecto deja de lado el afán lucrativo y egoísta de esos actores políticos (alcaldes o candidatos a la presidencia) que ven en la obra pública la oportunidad para solventar los negocios de sus socios o financistas de campaña. (O)