El lanzamiento del satélite Pegaso marca un hito histórico y da paso a una etapa muy interesante para Ecuador en el terreno de la investigación científica espacial.

Además de ser un hecho muy simbólico, también redunda en una pedagogía para las nuevas generaciones. Mucho más si hasta hace poco se consideraba que en ese campo solo las superpotencias tenían trabajo, estudios, carreras académicas y una industria con la generación de miles de empleos. A ello hay que añadir que se trata de un acto de plena soberanía, en toda la extensión de la palabra, porque garantiza y estimula un desarrollo científico autónomo, aunque muchos crean que la tecnología solo viene desde un sector del planeta.

Asumamos que un hecho de esta naturaleza convoca a una imaginación provechosa y productiva para el impulso de la investigación en diversos campos, que van desde el mismo espacio hasta la agricultura, la medicina, entre otros.

Por lo mismo, para nuestro país es muy importante asimilar este acontecimiento como lo que es: el paso adelante en un proceso de transformación a todo nivel, gracias a un modelo y un proyecto político que piensa más allá de las disputas políticas o los intereses particulares de grupos económicos o corporaciones empresariales.

Incluso para la construcción identitaria de nuestra nación esto es un pilar fundamental: eleva la autoestima, genera varios procesos culturales y académicos de gran importancia, plantea retos a la misma industria y al sector público para muchos planes y proyectos, etc.

Hay que elogiar y felicitar a la Agencia Espacial Civil Ecuatoriana por la labor realizada en este y otros temas. Y a partir de hoy, después del lanzamiento del satélite desde China, tendremos mucho más que comentar y reflexionar sobre lo que debemos hacer como país y ciudadanía.