Sin ninguna duda, la gira que concluyó ayer el presidente de la República, Rafael Correa, es provechosa, productiva, significativa e histórica. No solo desde la perspectiva comercial a la que algunos siempre aluden como la prioridad, sino por el ejercicio político de una soberanía y una solvencia política que ponen al Ecuador en un lugar de respeto y reconocimiento.
Nunca antes un mandatario nuestro ha sido tratado como lo merece, y por extensión nosotros, en calidad de nación. Y tampoco nunca antes un presidente ha sido la mejor expresión de pensamiento y acción gubernamental a favor de cambios y beneficios para su pueblo con una dimensión mundial.
No solo lo sentimos desde acá, hay que mirar la reflexión generada en cada país visitado para entender todo lo dicho anteriormente.