Por fin hay una buena discusión sobre la calidad académica y administrativa del sector universitario de la educación. Como nunca antes, tenemos unos parámetros para mejorar el nivel académico y proponer a la sociedad otros paradigmas, que no sean solo los del mercado, ingresos e infraestructura.
Por más bonitas que luzcan algunas instituciones universitarias, sus alumnos y maestros saben de las deficiencias. De ahí que la última evaluación sea un diagnóstico y no un ranking, como dicen ciertos rectores.
A partir de eso, todo el estamento universitario debe tomar medidas con un objetivo común: mejorar la calidad de la gestión y de la academia. Por lo mismo, ni siquiera hay razones para hacer de este tema una disputa política, y menos una interpretación ideológica.