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Si algo parece inocente y hasta neutral, de sí ya es sospechoso. Muchos editoriales pomposos, demasiados analistas muy ‘juiciosos’, abundantes desayunos y entrevistas ‘face to face’. Todo en un ambiente de supuestas independencias y de absolutas responsabilidades con la patria.
Basta verlos en los foros nacionales y foráneos. Suficiente con escucharlos y leerlos. Han sido -como ya en su momento lo revelaron los WikiLeaks- agenciosos huéspedes y comensales de grupos y empresas con objetivos absolutamente claros.
Y por ello, no hay una sola línea de esa estrategia revelada por The Guardian y amplificada con la propia investigación de EL TELÉGRAFO. ¿Dónde queda la verdad en todo esto? ¿Y la historia qué dirá de la prensa amordazada?