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Y otro año más sin respuesta: los hermanos Carlos Santiago y Pedro Andrés Restrepo Arismendi siguen desaparecidos y ninguno de los responsables (porque los hay y se conoce cómo actuaron) asume con ética la obligación moral de decir dónde están sus cuerpos. Ya son 28 años de este infausto acontecimiento. Y para la memoria de Ecuador no puede pasar un día sin que esto nos sea restregado en la cara.
Es como vivir con un tormento y una vergüenza colectiva. Ya se ha hecho de todo y solo queda que los responsables directos e indirectos digan dónde están los dos hermanos. ¿Por qué no lo hacen? ¿Qué hay en ese comportamiento que ni siquiera se apega con los principios religiosos que dicen profesar quienes de una u otra manera son los responsables? Cada año lo repetiremos sin cansancio y con la profunda convicción de que esa desaparición retrata a un régimen y a un modo de gobernar que no queremos que vuelva nunca más. Queremos de vuelta a los hermanos Restrepo para el bien de nuestra historia, memoria y convivencia democrática. (O)