Este domingo no hay justificación para la violencia ni para la agresión. Es clave garantizar la paz y el mayor respeto a la decisión del pueblo ecuatoriano, aunque la diferencia sea corta, como pasó -por ejemplo- en Perú. No caben aquí ni las amenazas ni las advertencias subidas de tono. Mucho menos cuenta (para nadie, sea quien sea) el arrogarse potestades ni atribuciones que no le corresponden. No basta con decirlo, hay que hacerlo.

Las reglas son claras para todos. La autoridad única de este proceso se llama Consejo Nacional Electoral. Por lo mismo, en virtud de la paz y estabilidad democrática, hay que ir a las urnas con la confianza de que se respetará la voluntad popular. Ahí y solo ahí tendremos, como ha ocurrido estos últimos años, instituciones sólidas y procesos de largo aliento.

Si en la primera vuelta se denunciaron irregularidades y hasta supuestos fraudes, no hay una sola demanda en firme en ninguna entidad. Por esto hay que actuar con seriedad y responsabilidad. La democracia, a más de ser un proceso largo y complejo, se hace y desarrolla respetando la voluntad del pueblo y la institucionalidad estatal. (O)