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El presidente de la República, Rafael Correa, ha hecho bien en poner en la opinión pública europea la demanda ciudadana del Ecuador de no necesitar visa para ingresar a España. No puede haber, por principio, ciudadanos de primera y de segunda clase en el mundo.
Es más, con España, nuestros compatriotas tienen un nexo particular y allá hay una comunidad enorme, que ahora sufre por no facilitar las visitas. Para venir a Ecuador los españoles no tienen ninguna dificultad.
¿Y por qué se deben otorgar privilegios y facilidades para otros países por el solo hecho de firmar acuerdos comerciales? ¿No es una forma de exclusión poner por delante esas razones del mercado, antes que las de la unidad familiar, cultural y política, que pesan mucho más en la vida real de toda la gente?