Muchos jugadores de fútbol la pasan muy mal. No les pagan a tiempo sus sueldos, sus derechos laborales no son respetados del todo. Hay una crisis oculta por el éxito aparente de los triunfos temporales, por la presencia en torneos internacionales de dos o tres equipos y por la poca criticidad del periodismo deportivo que se fija en los oropeles, pero no en los matices de esta actividad, también económica.

Según algunos dirigentes deportivos, el éxito de unos pocos incentiva un incremento desmesurado de salarios, primas y premios que todos los jugadores aspiran, pero solo unas cuantas “estrellas” los obtienen. Y eso, para las dirigencias y empresas, constituye por ahora uno de sus más grandes dolores de cabeza. Nadie quiere ver a su equipo liquidado o quebrado, pero tampoco hay una participación activa de las hinchadas en su sostenimiento o financiamiento.

Al mismo tiempo los jóvenes miran en el fútbol una salida o una oportunidad económica invalorable, inmediata y jugosa. Pero la realidad es que los oropeles de unos pocos ilusionan a miles o millones. En Ecuador los salarios son precarios en general y se oculta la triste realidad porque se exhibe y habla solo de los grandes sueldos de unas pocas “estrellas”. ¿Y el resto?

Quizá hace falta una mayor discusión o reflexión colectivas sobre el tema para garantizar un campeonato que genere un campo real de oportunidades para las nuevas generaciones, pero al mismo tiempo con reglas claras para garantizar los derechos laborales y económicos.

Por ahora solo hay rumores y voces bajas alrededor de estos temas, sin contar con que en esa crisis los empresarios apuestan por ganancias inmediatas, aunque asumen pérdidas constantes que trasladan a otros espacios, generalmente a los consumidores de sus productos.