Si hay algo que se ha discutido en los últimos años ha sido el rol de la prensa en la democracia, cómo incide en su fortalecimiento y de qué manera actúa para no autoconstituirse en protagonista política.

Los resultados electorales y las encuestas que publica hoy este diario muestran algunas cosas importantes para la reflexión. La principal es que los medios públicos ganaron en credibilidad a los privados. Eso jamás será publicado y menos reconocido por la Aedep y otras entidades como la UNP. Pero ahí están las cifras, que pueden relativizarse, claro, pero para el análisis cuenta.

La segunda es que el registro histórico de la prensa en general, ahora sí, puede mostrar qué  pasó realmente en Ecuador de estos años, lo que explica el resultado electoral: mientras los medios privados y comerciales evitaron contar lo que ocurría en la realidad y solo se sometían a la agenda de la oposición, la ciudadanía encontró otros medios y fuentes de información para tomar sus decisiones políticas.

En ese mismo sentido, lo más importante sería encontrar ahora a unos periodistas y a unos gremios autocríticos. Para ello bastaría revelar los datos de la realidad, hablar de lo que se hizo bien para que la ciudadanía asuma sus responsabilidades.

Sin embargo, de lo poco que se habla del tema y de los escasos análisis que se leen, más bien se endilga a la sociedad la “culpa” de que Rafael Correa haya ganado y obtenido una holgada mayoría. ¿No se dijo lo mismo en la elección de Abdalá Bucaram y con ello los medios perdieron por apostar a su candidato Jaime Nebot?

La gran lección de este proceso es que la prensa debe asumir su condición de mediadora entre la sociedad y los poderes, y no convertirse en participante  político, en reemplazo de la oposición y colocando su agenda en sus portadas, porque el pueblo ni es tonto ni traga ruedas de molino.