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Superada la campaña electoral, con todos sus bemoles y tensiones, no cabe duda de que el trabajo colectivo debe estar orientado al futuro. Y ahí no caben ya las sospechas ni las elucubraciones. Hay un presidente electo, con un programa de gobierno concreto y unas posturas sobre el desarrollo económico y empresarial. Sí, porque se entiende que en campaña y en estrategia de oposición se diga de todo; a veces con exageraciones y otras con medias verdades.
Por ejemplo, a nadie le cabe en la cabeza dejar la dolarización. De ahí que es importante señalar: para sacar adelante al país, las obligaciones sociales, económicas, políticas y empresariales son mutuas. No solo se trata de que el Estado haga lo suyo. Ecuador tiene empresarios jóvenes y patriotas, con grandes ideas y proyectos. Es hora de trabajar en comunidad, apegados a las leyes, pero -sobre todo- dejando atrás el odio y los revanchismos.
Solo así tendremos una sociedad solidaria y próspera. El nuevo mandatario ha extendido su mano y, por lo mismo, hay un compromiso explícito. Si los empresarios ponen de su parte para ir al futuro, todos ganaremos. (O)