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Seguramente no, imposible. Por una razón legal y política: EE.UU. no ha firmado ningún pacto ni convenio a favor de la libertad de prensa en las instancias y entidades de la OEA.
La denuncia es grave y conlleva una connotación muy política que debería ser motivo de escándalo nacional e internacional para los EE.UU. Según la Associated Press (AP), el Departamento de Justicia estadounidense realizó grabaciones secretas de las llamadas telefónicas de los reporteros y editores de la compañía. Y lo hizo durante dos meses, bajo un argumento que se cae por su propio peso: por seguridad nacional. La verdad es que dicha agencia no es un medio de comunicación de países comunistas, socialistas, progresistas y menos “fundamentalistas”. Al contrario, es una agencia estadounidense muy afín a los postulados políticos de los grandes grupos y partidos de ese país. Nadie dudaría eso. Tanto es así que los mismos personeros de la agencia se han visto sorprendidos y hasta han declarado que si las autoridades de justicia requerían información bastaba con llamarlos para conversar.
De todos modos: ¿qué pueden decir de esto los organismos que demandan y critican a los gobiernos de América Latina? ¿El mismo vocero del Gobierno de EE.UU. que pide, supuestamente, protección para la vida de ciertos periodistas ecuatorianos hará lo mismo para garantizar a AP un trabajo profesional sin escuchas ni intromisiones en su labor periodística? ¿La Relatoría de la Libertad de Expresión que recibe fondos de EE.UU. hará un informe condenando estas prácticas? Si hay algo vergonzoso y condenable es pedir a los demás lo que no se puede hacer en casa propia. Y EE.UU. no tiene por qué pedir respeto a la libertad de expresión si espía a sus propias agencias de prensa.