Es muy interesante lo que ocurre en la política colombiana. Tras la decisión oficial del presidente Juan Manuel Santos de presentarse a la reelección, los sectores más conservadores han reaccionado virulentamente. Y lo hacen porque ‘pierden’ un supuesto aliado incondicional.
Santos ha sido pragmático: asumió con personalidad y criterio propio la conducción de un país supuestamente condenado a la guerra. Y ahora, de manera práctica y responsable, ha dado la vuelta el panorama y afronta tres retos enormes: resolver el problema agrario, con todas sus secuelas en la política y en la economía; alcanzar un acuerdo con la guerrilla más antigua del mundo para sentar las bases de una convivencia pacífica y definir una estrategia para acabar con el narcotráfico.