En una entrevista realizada recientemente en uno de los medios públicos escuchamos una frase que nos llama a la reflexión: “En este momento que vivimos es importante que los ecuatorianos sepamos que los políticos y los hombres públicos de este país no siempre fueron corruptos”.

Ecuador tiene una rica historia donde sobresalen muchos hombres y mujeres que se destacaron en los campos de la política, la educación y la literatura, por mencionar solo algunos.

Los continuos casos de corrupción que se vienen destapando en los últimos meses agobian a muchos y hasta hacen olvidar que, si bien han existido malos ecuatorianos, que en vez de servir dignamente al país se han aprovechado para saciar sus mezquinos intereses personales, hay muchos más que trabajaron desinteresadamente para engrandecer la patria.

En este punto es donde la escuela y los propios medios de comunicación deben entrar a desempeñar un importante papel para esclarecer y difundir el rol que tuvieron muchos ilustres ecuatorianos en diferentes áreas del saber.

Los planes de estudio a veces se quedan en las ramas y no van a las raíces, como sucede en los programas de literatura que, de tan generales, no profundizan en la obra de figuras nacionales, no solo de ayer sino de hoy, dejando verdaderas lagunas en el conocimiento de nuestros estudiantes.

Igualmente sucede en el campo del pensamiento político y filosófico nacional, donde se pudiera profundizar mucho más en la vida, obra y legado de personalidades como Vicente Rocafuerte, José Joaquín de Olmedo, Juan Montalvo, Benjamín Carrión y Jorge Carrera Andrade, entre otros.

Por estos días se ha reeditado la biografía de Medardo Ángel Silva, poeta, escritor y periodista que, pese a su corta vida, legó al país una obra notable. Dicho esfuerzo editorial, al que se espera se unan otros, como los casos de Rocafuerte y Olmedo, es una excelente oportunidad para que las nuevas generaciones profundicen en el conocimiento de figuras descollantes en la formación de nuestra nacionalidad. (O)