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Las cifras sorprenden: 640 obras con problemas y $ 956 millones para concluirlas. La decisión está tomada: hay que terminarlas porque los perjudicados serían los ciudadanos.
La información ha sido transparentada; pero todavía hay preguntas sin respuestas. La primera es cómo se llegó a este punto. Y eso es imprescindible conocer para que futuras administraciones, incluida la actual, no cometan el mismo error.
La planificación es la base del desarrollo de los países, por lo que la elaboración de proyectos debe tener un cuidado meticuloso. Una buena idea no necesariamente es una excelente obra; hay condiciones en el territorio que tienen que conocerse antes de tomar una decisión. Los estudios son fundamentales porque, si tienen yerros, el Estado pagará los platos rotos.
Ahora el Gobierno tiene la difícil tarea de conseguir recursos para cerrar este círculo. Pero es importante que se tomen las correcciones del caso, a nivel local y nacional. (O)