La participación de la Selección Ecuatoriana de Fútbol Sub-23 deja algunas reflexiones para tomar en cuenta. Ha quedado claro que los jugadores que alcanzaron el lugar más alto del podio en el Sudamericano Sub-20 de Chile, el año pasado, no están en condiciones, aún, para integrar el combinado absoluto que disputará la Copa América 2020 e iniciará las eliminatorias en marzo.

Ese equipo, que es base ahora del conjunto que juega el Preolímpico, podría serlo también de la selección mayor, pero en dos o tres años. Así también algunos futbolistas estarán en ese grupo soñado, pero no se sostendrán por diversos motivos, mientras otros no llegarán. Los procesos en el fútbol no son un camino recto y liso, tiene curvas, pendientes y piedras.

Para integrar la selección principal no solo se necesita haber sido partícipe de los combinados juveniles y jugar bien. Hay centenares de historias de futbolistas que fueron figuras en Sudamericanos sub-15, sub-17 o sub-20, pero no trascendieron en la máxima categoría. John Jaramillo, Dennis Quiñónez, Marlon de Jesús, Édson Montaño, Walter Chalá y Jefferson Pinto son algunos de los casos.

Durante y después de la Copa América, en la que a Ecuador le fue mal una vez más, un gran sector del público futbolero, que implica actores de diferentes ámbitos, exigía la presencia en ese torneo de los jóvenes que casi al mismo tiempo destacaban en el Mundial de Polonia. Cierto es que la juventud brinda aire fresco, mayor despliegue, fuerza y velocidad en relación a los treintones;

sin embargo, para vestir la camiseta de la selección mayor se necesitan más características que las anotadas. Para pisar el Maracaná, el Monumental de River o el Centenario de Montevideo hay que contar con cierto recorrido en el lomo, una pizca de jerarquía, experiencia, competitividad, liderazgo, valentía, viveza, rasgos que no se tienen entre 19 y 21 años, edad en la que los buenos jugadores tienen mucho potencial, sin embargo aún no lo han explotado porque han librado pocas batallas.

El 6-1 de la Tricolor ante Argentina en 2019 y las goleadas del Preolímpico de Colombia dejan claro el panorama. (O)