La entrevista publicada ayer en este diario al presidente de Siria, Bashar al-Assad, genera otras perspectivas de análisis sobre un conflicto del que la llamada prensa occidental solo ha dado su versión, y muy bien direccionada hacia determinados intereses.

Dirán que esta entrevista también muestra una versión del conflicto. Sí, ¿pero por qué antes no la tuvimos para entender la guerra que se produce en ese territorio con el costo político, económico y -ante todo- humano que conlleva? ¿Por qué dejamos que una parte nos diera la versión de lo que supuestamente ocurre ahí, sin considerar que hay otros factores que pesan a la hora de analizar?

Incluso, la semana pasada, la postura ecuatoriana en la ONU fue muy clara y contundente, pero la prensa nacional se desentendió de eso.

Ahora bien, el mandatario sirio comenta la complejidad del conflicto y la participación de países y gobiernos muy interesados en tomarse el control de ese territorio por objetivos muy claros.

No importa para ello violar la soberanía, armar y financiar a grupos supuestamente rebeldes y, sobre todo, generar una opinión mundial para denunciar aparentes planes de exterminio con armas sofisticadas. Nada de eso se ha comprobado, como pasó con Irak.

El punto de vista, según las noticias que nos transmiten las grandes agencias de prensa y cadenas de televisión, es que el gobernante sirio  debe renunciar porque ha perdido la guerra. Si vemos otras fuentes de información, comprobamos todo lo contrario. De hecho, la participación de Israel en el conflicto, atacando supuestas bases militares de sus “enemigos”, prueba cuánto interés extranjero hay en ese territorio.

Por lo visto, cuando se tiene otra versión, el panorama es otro. Ojalá eso ayude para que también la mirada de la información contenga otros condimentos.