El Consejo de la Judicatura de Transición (CJT) tiene motivos para celebrar mañana, en la capital de la República, la posesión de los nuevos veintiún jueces de la Corte Nacional de Justicia (CNJ), luego de un proceso de selección pública en el que se respetaron -como establece la ley vigente y la orden del soberano- todos los pasos previstos por el organismo provisional.
Por primera vez en la historia republicana, los ecuatorianos tuvieron la oportunidad de seguir esta selección de distintas formas: a través de rendiciones de cuentas de los integrantes del CJT, plataformas electrónicas y transmisiones televisivas y radiales.
Por estos medios, la opinión pública conoció el pasado y presente de todos quienes aspiraban a ocupar un espacio. La lista se fue puliendo hasta quedar los operadores de justicia elegidos, los mismos que -de ahora en adelante- evacuarán miles de causas represadas por sus antecesores.
Como era de esperarse, y como se está volviendo una costumbre en Ecuador, a la oposición no le satisfizo este procedimiento de selección. Igual como ocurrió con quienes ahora conforman el Consejo de Participación, así como con los miembros del Consejo Nacional Electoral (CNJ), voces contrarias al proceso de la Revolución Ciudadana lo acusaron de privilegiar a los magistrados supuestamente cercanos al Ejecutivo.
Lo cierto es que todos los documentos son públicos, y si alguno de los integrantes de la nueva Corte tiene vínculos sanguíneos o de amistad con algún funcionario no es algo que deba preocuparles, porque su espacio en la CNJ se lo han ganado a pulso y por el esfuerzo a lo largo de su carrera profesional. Los nuevos jueces -como para silenciar a sus detractores- deberán demostrar autonomía en su trabajo para desvanecer cualquier tipo de sospecha sobre presuntas relaciones con el Gobierno Nacional.
Mañana será un día de regocijo. La instalación de la nueva Corte es parte de la reestructuración ordenada por la ciudadanía el 7 de mayo de 2011.