Hace bien EE.UU. en otorgar la residencia y, supuestamente, “asilo político” a Emilio Palacio. Así revela lo que en realidad defiende en la práctica: la mentira. El ex jefe editorial de El Universo mintió en muchos de sus editoriales, en decenas de intervenciones periodísticas y hasta en sus escritos judiciales.

Lo hizo, en todas esas ocasiones, porque en Ecuador nunca tuvo restricciones para decir lo que quiso. De hecho, ahora, tras la medida estadounidense, sus palabras, pensamientos y hasta diatribas se siguen publicando en el país donde él dice que no existe libertad de expresión.

Paradójico y hasta insultante para los ecuatorianos lo que Palacio dice sobre su propio país. Incluso para muchos de sus colegas y hasta compañeros de diario, que en privado reconocen el error de haber tenido a un “periodista” con problemas editoriales y hastaprofesionales, su presencia significó una molestia y hasta un fastidio. ¿Pueden hablar de eso públicamente los directivos del diario o su editor general? No, para nada. Es como cargar con un problema casa adentro que provoca efectos “colaterales”. Para vergüenza del periodismo nacional, en el que hay muchos profesionales con talento, responsabilidad y ética; ahora, gracias al poder mediático mundial, Palacio aparece como el símbolo de este oficio en el país.

Por ningún lado puede merecer ese calificativo y esperemos que cualquier diario de EE.UU. se arriesgue a contratarlo para que revele su condición profesional. Si lo hacen será para que lance más mentiras desde alguna columna de opinión, como lo hacen muchos -sobre todo cubanos- que se instalan en ese país para convertir sus palabras en misiles contra gobiernos latinoamericanos que no se ajustan a la política imperial.

Si el futuro del ex editorialista de El Universo está marcado por su reverencia al sistema que en su juventud combatió, ahí está la prueba de su talla intelectual, política y hasta ética.