El número tres del Vaticano, el cardenal George Pell, ha sido acusado de pederastia. Es la primera vez que la cúpula de la Santa Sede ha sido alcanzada por una denuncia de este tipo. Los casos de abusos sexuales a niños llevan décadas afectando la imagen de la Iglesia católica y esta última arista lo empeora aún más cuando se comprueba la inacción de los sacerdotes encargados de vigilar a sus compañeros.

El hecho coincide con el lanzamiento de una serie documental de la plataforma Netflix que narra las atrocidades cometidas en un colegio católico de Baltimore (Estados Unidos). La producción muestra cómo la arquidiócesis local protegió a un monstruo sexual disfrazado de cura.

El papa Francisco tiene un enorme reto ante sí. No basta con ofrecer disculpas ni reunirse con las víctimas o alcanzar acuerdos de remediación.

Es hora de que los abusadores de niños, no solo sean separados de la Iglesia, sino también entregados a la justicia de sus respectivos países. Y quienes hayan ayudado a encubrir los casos tienen que ser castigados. Además que la dirigencia católica está obligada a ayudar, en todo lo que pueda, a las investigaciones que realicen las autoridades. (O)