Sorprende ver y oír a ciertos académicos (que en realidad hacen política) y a uno que otro analista defendiendo la ciudadanía universal cuando tuvieron solo mofas y burlas (nada académicas) para esta ‘novedad’ incluida en la Constitución de Ecuador. Y lo hacen del modo más perverso y utilitario a propósito de lo ocurrido con un grupo muy pequeño de ciudadanos cubanos que aspiran a vivir en EE.UU. ¿Por qué no usan y defienden la ciudadanía universal cuando Europa y EE.UU. expulsan de sus territorios a nuestros propios compatriotas? ¿Alguno de aquellos, ahora defensores de la ciudadanía universal, ha dicho algo por el sinnúmero de ecuatorianos que no pueden ingresar a otro país como emigrantes? No, nada. La ciudadanía universal conlleva una carga política simbólica. Es una propuesta al mundo para que se eliminen esas barreras para la movilidad humana, para asumirnos ciudadanos del planeta, pero no implica incumplir ciertas normas, acuerdos y compromisos entre todas las naciones del mundo. El uso perverso y proselitista ni siquiera es a favor del grupo de cubanos porque en realidad el origen de esto está en una política excluyente de EE.UU. (O)