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La noticia de ayer es una de esas que colombianos y latinoamericanos esperábamos por décadas. Y llega justo cuando más hace falta aliento positivo para el desarrollo de nuevos procesos integracionistas y nuevas miradas sobre la política de cara a las demandas sociales y económicas de la misma Colombia, así como de toda la región andina.
El mérito, sin ninguna duda, lo tienen los actores del conflicto, empezando por Juan Manuel Santos, pasando por la comandancia actual de las FARC y un conjunto de personas y países, como Venezuela, Ecuador y Cuba.
Todos han contribuido a un anhelo histórico del pueblo colombiano. Y prueba -además- que, por encima de ciertas diferencias de orden ideológico, ha primado el anhelo de garantizar la vida y el desarrollo de los pueblos.
Al mismo tiempo prueba que en todo esto no hay ganadores: se perdieron muchos años por culpa de un sistema y un modelo injusto, favorable a los grupos oligárquicos, pero también por la postura ortodoxa y guerrerista de los grupos armados enfrentados. Hoy es un día de plena euforia y regocijo históricos. (O)