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Las cifras oficiales señalan que 359 mil niños ecuatorianos realizan algún tipo de actividad productiva. Y eso significa una reducción importante, que en términos porcentuales pasa del 17% al 8,56%, desde hace seis años.
Aunque esto podría ser motivo de aplauso y felicitación por las políticas sociales implementadas, no debe ser razón de conformismo, ya que el derecho fundamental a vivir con dignidad -educarse y jugar- de cualquier niño es violentado con el solo hecho de que uno trabaje.
De ahí que todo el esfuerzo colectivo y social debe apuntar a reducir cada año esas cifras y constituir una sociedad en la que los niños se ocupen de lo que les corresponde a su edad, y nada más. Y todo lo que haga falta para eso se justifica política y socialmente.