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Si bien la derecha más recalcitrante asesinó al presidente chileno Salvador Allende un 11 de septiembre de 1973, no hay que olvidar qué rol jugó la izquierda purista, fundamentalista y casta. El año previo al mayor crimen cometido en la nación del sur, esos dirigentes izquierdistas lo cuestionaban todo -como ocurre ahora en algunos países de América Latina-, es decir en todas partes hallaban los peores males, sembrando desconfianza y desconcierto. Para ellos todo lo que hacía la Unidad Popular fortalecía el capitalismo y no daba paso “inmediato” y “contundente” al socialismo. Incluso se atrevieron a decir que se había hecho un pacto con las transnacionales. Desde el fatídico 11 de septiembre, los militares arrasaron con izquierdistas y comunistas, desapareciéndolos, torturándolos y asesinándolos. Bien cabe la referencia al cumplirse un aniversario más de este infausto hecho porque ahora por nuestras tierras también ocurre algo parecido: se jactan de puros y castos, apoyan a ciertos militares, y provocan desconcierto debido a su consabido moralismo político. (O)