La paradoja y la ambigüedad en un solo mensaje: algunos periodistas deportivos (algunos de ellos más hinchas que los dirigentes de los equipos de fútbol) se hicieron eco de los reclamos de los clubes por la decisión de la Federación Ecuatoriana de Fútbol de monopolizar los derechos de transmisión. Y se olvidaron de que en sus canales hay solo espera y cálculo: ¿cuánto más le significará a cada uno esos derechos o habrá dedicatoria a la hora de escoger los canales?

Como dirán que es un asunto entre privados (canales, equipos y federación) y con ello justificarán cualquier decisión, no deben olvidar que en el medio está una audiencia y un público consumidor para quien jamás hay ventajas ni beneficios. Por ejemplo: ¿la Federación de Fútbol otorgará esos derechos de transmisión por la calidad periodística del medio para un partido de fútbol o por el nivel de cobertura nacional? ¿Será que esa concesión garantizará a los televidentes otro nivel de calidad en el manejo de imágenes y algunos elementos informativos para elevar el análisis y enfoque deportivo?

Lo único cierto es que ahora empezó la “guerra” de los canales y de los equipos, como lo graficó el dirigente de la Liga, Rodrigo Paz. ¿Por qué? ¿Por qué están pensando en las audiencias? ¿Quizá para exigir mejores coberturas y mayor calidad en el tratamiento informativo? No, para negociar los montos y beneficios que reciban los canales y con ello el indirecto beneficio de los llamados equipos grandes.    

Lo que sí deben mostrar los canales son las verdaderas cifras de su sintonía y cobertura. Ellos que exigen transparencia a medio mundo, no han sido capaces de decirle al país, con datos y pruebas, la realidad de su preferencia por el público. Con base en esos datos, se puede hablar de otras realidades.

Por lo pronto, esa disputa no se puede ocultar ni camuflar tomando el nombre del público sin antes demostrarle qué servicio público le van a dar a una hinchada que se entrega siempre a su equipo.